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Edad de los bebés para empezar a nadar

Normalmente los bebés empiezan a moverse de forma libre e independiente a los 6 meses de edad. La natación avanza notablemente esta posibilidad. Se puede iniciar la natación a partir de las 6 o 7 semanas de vida. Esta estimulación precoz para el movimiento tendrá un efecto positivo sobre las múltiples capacidades del niño que todavía están en desarrollo. 

El inicio de la natación cuando el niño ya gatea también ayudará a éste a ampliar notablemente el radio de acción en comparación con los demás niños de su edad.

¿Por qué empezar tan pronto? El recién nacido posee una serie de reflejos y defensas, gran parte de los cuales desaparecen durante el primer año de vida. Entre estos reflejos encontramos el reflejo natatorio o de la glotis: cuando el agua entra en las vías respiratorias externas (boca, nariz) se bloquea la respiración en los bebés sanos, de forma que no puede entrar agua en los pulmones. Pero este reflejo no les protege absolutamente de la posibilidad de atragantarse en una situación normal. 

Si el niño tragara agua, cosa que ocurre en alguna ocasión, debe golpear suavemente un par de veces en la espalda y hablar con él suavemente para tranquilizarlo; de esta forma desaparecerá rápidamente la sensación desagradable. 

Actualmente es indiscutible que el desarrollo motor y el desarrollo psíquico están estrechamente unidos, y que se condicionan e influyen mutuamente. La actividad acuática ofrece a los bebés un radio de acción muy grande en edades muy tempranas, lo que les permite experimentar vivencias muy positivas que no podrán experimentar bebés de la misma edad que no gocen seguridad que estos bebés adquieren en sus propias capacidades fisi- cas tendrán un efecto positivo sobre su desarrollo tanto físico como psíquico. Gracias a un estudio realizado por una profesora a lo largo de muchos años se pudo constatar, ya en los años setenta, que los bebés que realizaban actividades acuáticas demostraban ser más inteligentes. 

Resultado de este estudio: los entusiastas de la natación se desarrollan mucho mejor que los bebés que nunca habían nadado. Eran capaces de adaptarse mucho más fácilmente a situaciones nuevas, tenían mayor capacidad de concentración e incluso obtenían mejores resultados en los tests de inteligencia. 

Los mejores resultados se obtenían en niños que habían empezado a «nadar» a partir del tercer mes de vida. esta experiencia, y la confianza y duración de la sesión acuática La primera sesión debe tener una duración de 20 a 30 minutos, según la temperatura del agua. A partir de este momento podrá aumentar progresivamente la duración de las sesiones hasta que tenga la sensación de que su hijo disfruta del movimiento en el agua. Si usted se orienta en la actitud y goce de su hijo nunca podrá perjudicarlo.